Desde la Playa de la Puntilla

Manolo Morillo (El Puerto, 1957), actor portuense que mamó las tablas desde la infancia a través de su padre, el locutor Pepe Morillo. Ha pertenecido a los grupos Teja, Bellas Artes, Balbo, T.I.B. y Tirititrán Teatro. Actualmente colabora con Diario de Cádiz. El próximo proyecto en el que se encuentra inmerso es la preparación de una obra de Muñoz Seca dentro de los actos conmemorativos previstos para la inauguración del Teatro Principal, bajo la dirección de José L. Alonso de Santos.

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Lugar: El Puerto de Santa María, Cádiz, Spain

«Que Dios nos guarde de generales y funcionarios que son los principales enemigos del arte» decía Stanislavski en 1900.

martes, mayo 02, 2006

ADIÓS, ADIÓS, ADIÓS... NO SÉ SI VOLVEREMOS A VERNOS


Nuestros cinco días de Feria son comparables con el cortejo a la diosa femenina de la luz, Diana, una luna encubierta. Requiebras en la velada con aspiraciones a ligue del bueno; se encienden las bombillas y ya piensas que todo el monte es orégano, pero el lunes está a la vuelta de la esquina fiel a su tradición malajosa. La primera media botella, el primer y quizás único beso robado, la primera ración de ‘baracalofi’, el quiero y no puedo en el látigo pero no importa, estamos en Feria y no pasa ná. La media jumera mirando el reloj porque mañana hay que ir al curro y... vámono que nos vamos que ya no aguanto más, que al mediodía tengo que comé con los colegas de la oficina, y quiero dar la talla con la Marijose que este año ha aprendío a bailar sevillanas. No me busques que no me vas a encontrá; a esa hora hay mucha gente y la Feria es mu grande, además, tu sabes que yo nunca llevo el móvil en actos tumultuosos. Se acabó la Feria. Por delante de mí desfilan la moza juncal, la gitana con romero, el caballista vacilón, la juventud rampante, el moro con pincho, la amazona risueña, el mendicante que implora, las flores de olor, mi enemigo público número uno con su cohorte de palmeros cantándole las sevillanas del adiós, las atracciones que no atraen, comida, mucha comida, el traje de gitana sucio, los tikets de última hora que nunca recoges, la cagalera del chocolate mezclado con txacolí, el niño dando por culo queriéndose montar en el último cacharrito, el amigo del alma que te engancha del brazo hasta que te la bebas, la ración de pimientos fritos que le quitaste al de al lado, el ‘chunda’ ‘chunda’ de la otra calle del infierno, el turrón de alicante de un año para otro, la exhibición del ‘pescaíto’ en la bolsa de plástico por el Real, las cagás de caballo y el olor a zotal, los maricones de feria, el albero borracho de beber lo que otros no quieren, las meadas entre casetas, el pregón de los pregones, la búsqueda del café en taza, el Bononato arreglando la luz de la caseta sin techo, la jodía tómbola de los patitos, la cola para largarte en taxi, la gente subida en el puente para ver los cohetes, el día de resaca que no tenemos... ¿y mañana?. Mañana, hoy, probablemente será otro día, aumentará el absentismo a niveles insospechados en los colegios, en las fábricas, en las oficinas y hasta en el propio Real de las Banderas. La feria no es una fiesta, ninguna otra aguanta la comparación, las otras son ‘sinapistas’, cataplasmas de polvo con mostaza que quieren pero no pueden, sobre todo en el anacrónico Puerto que vivimos. La Feria es una media verdad encubierta, las puñalás se guardan para el martes por la mañana tomando café en El Rempujo. Pero esa es otra feria, yo por si acaso me voy a tomá la penúrtima.

Manolo Morillo manolomorillo@hotmail.com
La penúltima
Diario de Cádiz