CONDENA DE GAÑOTE VIL
Existen determinados actos públicos, ya sean culturales, políticos, deportivos o de cualquier otra índole, que no llegan a ser elevados a la categoría de sublimes, si no cuentan entre sus asistentes a determinados personajes y personajas que acuden a los mismos al olor y al sabor de la correspondiente copa y tapa final de acto. Es costumbre ya arraigada en cualquier organización que se precie, anunciar en letras bien visibles en las invitaciones a un evento cualquiera de los que pueblan nuestra geografía urbana portuense, la siguiente frase: “Al final del acto se ofrecerá una copa de vino fino”. Estas once palabras se convierten en mágicas para los profesionales del sector, que los hay y muy bien organizados por cierto. El Boletín Cultural, los breves del Diario y los panfletos de parabrisas, fluyen por sus ávidas manos para iniciar un recorrido que se les antoja tortuoso y cansino, enigmático y atrevido a la vez, ya que ahora les queda la difícil tarea de saber elegir el acto adecuado. No es la primera vez que oímos hablar de un desfallecimiento repentino en una conferencia que iba por la hora y cuarto de discurso, o haber tenido conocimiento de ciertos movimientos convulsos entre los asistentes a un concierto de nuestro querido Orfeón Portuense. Lo alargado de los actos y la precariedad del ágape posterior, hicieron verdaderas perrerías en los estómagos de nuestros protagonistas de hoy. Es curioso observar como entre ellos se hacen sus pequeñas trampas, comentando en voz alta las excelencias de tal o cual acto, a sabiendas de la escasez de viandas que se ofrecerán, para acudir en “exclusiva” a... pongamos por caso la tertulia de historia local del Aula Menesteo, que tan ricamente condimenta una vez al mes Antonio el del Bar Cama. Al final de cada acontecimiento es común entre copa y copa, comentar la pertinaz asiduidad de tal o cual, o poner falta grave a aquél o aquella que nos ha dejado en esta ocasión por asistir a la presentación de una Regata en el Real Club Náutico. En fin, no es cuestión de dar nombres por aquello de la salvaguarda de la especie, pero sobre todo por no tener problemas legales con mis amigos los ecologistas, aunque sí me van a permitir citar al menos algunas de las iniciales de aquellos/as considerados por un jurado popular reunido al efecto, como los verdaderos mantenedores de la estirpe y que figuran entre los tres primeros del cuadro de honor, aspirantes a ser pasados por el gañote vil de bodas, presentaciones y bautizos, a saber: G.M.L. y acompañantes, P.M. con esposa, y L.S. y acompañante habitual. Amanece sobre El Puerto y que salga el Sol por donde quiera.
Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
Desde la calle de la Luna
Diario de Cádiz
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