Desde la Playa de la Puntilla

Manolo Morillo (El Puerto, 1957), actor portuense que mamó las tablas desde la infancia a través de su padre, el locutor Pepe Morillo. Ha pertenecido a los grupos Teja, Bellas Artes, Balbo, T.I.B. y Tirititrán Teatro. Actualmente colabora con Diario de Cádiz. El próximo proyecto en el que se encuentra inmerso es la preparación de una obra de Muñoz Seca dentro de los actos conmemorativos previstos para la inauguración del Teatro Principal, bajo la dirección de José L. Alonso de Santos.

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Lugar: El Puerto de Santa María, Cádiz, Spain

«Que Dios nos guarde de generales y funcionarios que son los principales enemigos del arte» decía Stanislavski en 1900.

domingo, agosto 27, 2006

MI MADRE AMADISIMA


¡Viva el teatro andaluz! Estas cuatro palabras gritadas desde el escenario con el público puesto en pie y aplaudiendo con fervor mariano, bien pueden ser el epítome de lo que se vivió la noche del viernes en la penúltima entrega del Festival de Teatro de Comedias de El Puerto en las Bodegas de Mora de Osborne. Los que no fueron se lo perdieron. Ramón Rivero, algo nervioso por la responsabilidad añadida de desnudarse interiormente ante su gente, la de siempre, la de toda la vida, desplegó con fuerza y con la dulzura natural que le caracteriza, todo lo que un actor andaluz como él es capaz de dar encima de las tablas. Como dijo Borges ‘yo temo ahora que el espejo encierre el verdadero rostro de mi alma’. No es fácil ponerse delante de ese espejo y susurrar al oído de todos, la agridulce supervivencia de un homosexual cincuentón, vestidor de una virgen andaluza negra de cualquier pueblo de nuestra geografía más cercana. Rivero, alma máter de ‘Teatro del Mentidero’ encuentra en Santiago Escalante su verdadero álter ego, y juntos consiguen con su teatro naturalista llenar de verdad con letras mayúsculas, un vacío importante dentro del panorama teatral andaluz. Ramón Rivero con su musicalidad gaditana y su perfecta dicción de la palabra, derriba todos los tabúes existentes al respecto del lenguaje utilizado en escena, por los apócrifos de la misma. Tiene muy clara su compostura ante las exigencias del personaje y nos ofrece un amplio muestrario de recursos a pecho descubierto. Con un texto sencillo y utilizando el lenguaje de la calle, Escalante logra conectar con el auditorio sin rebuscamientos innecesarios ni paranoias cutres, que al final lo que consiguen es volver loco al espectador. En ‘Mi madre amadísima’ está todo pensado al milímetro, para que los sentimientos se desborden y pasen del lamento a la carcajada sin solución de continuidad. La puesta en escena es una exaltación a la imaginería tan arraigada entre los andaluces, y que con un corte naif logra el efecto deseado para que Alfredo nos cuente sin tapujos en su largo monólogo, como la sociedad lo aparta de su propiedad sociedad. La Girasol –compañera de aventuras-, el Dédalo y sus peripecias en la mili hacen que sus sentimientos imposibles, se difuminen con la realidad que le tocó vivir: una madre amadísima y un padre bebedor de tinto sin etiqueta que se perdía cuando iba por tabaco. La historia es diferente según la condición humana del que la cuente, reflexiona Alfredo al final de la obra como justificando a sus maltratadores habituales. Teatro del Mentidero: ojo de loca no se equivoca.

Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
Crítica teatral - Festival de Teatro de Comedias de El Puerto - Páginas de Cultura
Diario de Cádiz