MÉDICO DE FAMILIA
La mayoría de los portuenses acudimos al menos una vez al año al médico de familia. Ir al médico significa en nuestra sociedad del bienestar, tener la seguridad de encontrarte ante un profesional de la sanidad que además de ejercer su compromiso con la salud de las personas, ya antes de que se encuentren enfermas, incorporar varios bonus a nuestro favor, como pueden ser la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. La captación precoz de personas consideradas con riesgo de contraer enfermedades específicas y la educación sanitaria constituyen, por esta razón, objetivos prioritarios de todas sus actuaciones. La práctica del médico de familia se fundamenta en el respeto a la vida y dignidad de la persona, con actitud de servicio y sin espacio para la discriminación por razón de sexo, raza, religión, cultura o cualquier otra circunstancia personal o social. Desde que los ambulatorios pasaron a ser Centros de Salud, la cosa ha cambiado sustancialmente tanto para unos como para otros. Los pacientes podemos medio elegir el día y la hora de nuestra consulta, y los médicos, ahora sin enfermeras escribientes a la antigua usanza, pero con la ayuda de la red de redes y la intranet corporativa cuando funciona, disponen de nuestra historia clínica de atención primaria antes de que entremos por la puerta del oráculo. La letra ilegible del médico de cabecera de antes se ha perdido para regocijo del boticario, y las recetas con códigos de barra parten la pana entre los mancebos, otrora expertos en descifrar jeroglíficos encriptados de optalidones y mejorales. Preguntar por el número que tienes antes de pasar a consulta, se ha convertido en una mera constatación de lo que ya sabías desde días atrás gracias a la cita previa. Cuando en otros países la sanidad es un artículo de lujo que los menos favorecidos no pueden ni oler, nosotros gozamos de una sanidad pública manifiestamente mejorable en determinados aspectos, pero que en esencia no nos deja desvalidos ante el advenimiento de la enfermedad. Los Centros de Salud ofrecen una asistencia sanitaria permanente a toda la población de su entorno más cercano. Pero por encima de infraestructuras y medios materiales, lo fundamental en la gran mayoría de casos es la calidad y el calor humano que recibes, cuando las circunstancias te obligan a visitar a estos profesionales de la sonrisa vocacional, que no escatiman esfuerzos en aplicar toda su sabiduría sanitaria en el trato diario con los pacientes. Cuando atravieso el umbral de mi Centro de Salud en la calle Ganao, mi acostumbrada tensión alta se relaja y mi azúcar se diluye, porque se que María Luisa y Salvador junto con Miguel Ángel, mi valioso y espigado médico de familia sabrán poner remedio a mis males pasajeros. Que los dioses del olimpo les bendigan. Amanece sobre El Puerto y que salga el Sol por donde quiera.
Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
Calle Luna
Diario de Cádiz
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