Desde la Playa de la Puntilla

Manolo Morillo (El Puerto, 1957), actor portuense que mamó las tablas desde la infancia a través de su padre, el locutor Pepe Morillo. Ha pertenecido a los grupos Teja, Bellas Artes, Balbo, T.I.B. y Tirititrán Teatro. Actualmente colabora con Diario de Cádiz. El próximo proyecto en el que se encuentra inmerso es la preparación de una obra de Muñoz Seca dentro de los actos conmemorativos previstos para la inauguración del Teatro Principal, bajo la dirección de José L. Alonso de Santos.

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Lugar: El Puerto de Santa María, Cádiz, Spain

«Que Dios nos guarde de generales y funcionarios que son los principales enemigos del arte» decía Stanislavski en 1900.

domingo, octubre 21, 2007

ORÍGENES DEL TEATRO EN EL PUERTO


Cuando se funda el hospital de San Juan de Dios en 1660, se le donó, siguiendo la normativa y tradición de la época, el corral de comedias de la ciudad para su funcionamiento, lo que facilitó su rehabilitación y puesta en valor para los comediantes y para el pueblo.

De todas formas el primer coliseo del que se tienen noticias consignadas en documentos oficiales, es el que se construyó en las Casas del Palacio (Bodegas de Don José de la Cuesta y Gómez), y en cuyas casas, además de la bodega citada y de los inmuebles adjuntos, formaban parte otras que se derribaron para construir la bodega que a continuación se encuentra. Este teatro, edificado para representaciones de ópera italiana, y construido por el empresario y director de la compañía Don Nicolás Setaro, debió reunir excelentes condiciones de comodidad y aún de ornato, si hemos de tener en cuenta la relación de su costo presentada en su día, y que ascendió a la suma de 279.784,00 reales de vellón.
La inauguración se llevó a efecto el día 14 de abril de 1754 con la ópera El gran Alejandro, ofreciendo la novedad del anuncio, que consistía en una figura de madera, vestida con un vistoso dominó en actitud de tocar una trompeta, y pendiente del cuello un tarjetón en donde se leía en gruesos caracteres el anuncio y condiciones del espectáculo. Pero como la alegría en casa del pobre es poco duradera, el Ayuntamiento al cabo de un año, prohibió las representaciones y sostuvo pleito con el empresario, hasta hacerle desbaratar el teatro y vender sus despojos en pública subasta.
Ya en el año 1788 –tres décadas más tarde- y con permiso del gobernador de la ciudad, construyó Don José de la Flor una Casa de Comedias en la Calle Misericordia, que estuvo funcionando hasta que nuevamente el Ayuntamiento recordando su acuerdo anterior lo volvió a prohibir.
De la Flor, que no estaba dispuesto a ceder en su empeño elevó recurso a la Casa de Castilla, en el que se quejaba de que en El Puerto no se permitiese lo que en otras ciudades de Andalucía. El Consejo remitió el escrito a la Casa Consistorial para que explicara el motivo de la prohibición, contestándosele que tales razones las habían colegido de lo proclamado públicamente por el padre Fray Diego José Caamaño (rebautizado como Beato Diego José de Cádiz), que en sus arengas al pueblo impregnadas de un carácter bélico de cruzada religiosa, mantenía que no se debían permitir las representaciones teatrales “por los perjuicios y ruinas espirituales y corporales que podían producir a la comunidad, y por ser nocivo para la juventud”. A raíz de esta campaña vehementísima en la lengua de fuego de aquél apostólico misionero capuchino, se dictó una Real Orden en 1790 prohibiendo en absoluto las representaciones de comedias.

El Teatro Principal

Años más tarde y ya desaparecido el fraile a causa del vómito negro, el Ayuntamiento manda edificar sobre el mismo terreno otro teatro, que estuvo funcionando con las dificultades propias de la época hasta que el 22 de abril de 1842, Críspulo Martínez solicita a las autoridades la construcción de un teatro “sencillo, cómodo, elegante, proporcionado al vecindario, en el mejor sitio de la población y preparado para las estaciones más rigurosas”. El nuevo teatro se situaría en la confluencia de las calles Cánovas del Castillo (hoy Luna) y San Bartolomé, sobre el solar desamortizado de la Iglesia de Temporalidades propiedad de la Compañía de Jesús (que en aquellas fechas estaba destinado a una fábrica de licores) y bienes caudales de la ciudad, lo que permitiría que una parte de los ingresos del mismo se destinaran a la beneficencia, concretamente a la edificación de un asilo. La inversión inicial del mismo se fijaría en un total de cien acciones a dos mil reales cada una, de las cuales veinte de las mismas serían dadas a la Beneficencia con un cinco por ciento de interés anual.

Descripción e inauguración

No se cuenta en los archivos con ningún plano del teatro, pero existe una perfecta descripción del cronista de la Villa, José Luís Tejada, realizada en 1879. La sala tenía forma de herradura y desde todas las localidades del teatro se obtenía una perfecta visión de la escena. Del techo del teatro colgaban cinco arañas y alrededor del mismo elegantes candelabros que permitían una buena iluminación. La sala estaba decorada en blanco y oro, siendo el patio de butacas amplio con lunetas a derecha e izquierda. Los palcos del proscenio tenían barandas doradas. No existían antepalcos, pero sí amplios corredores que servían de espacios de tránsito y de sala de fumadores, teniendo una capacidad para más de mil personas. La maquinaria era antigua y poco automatizada, siendo más bien escasos los espacios de guardarropía y de guardamuebles, teniendo en propiedad una gran cantidad de telones pintados. Para el cronista Tejada, el director de esa época Enrique Carrera, llevaba el teatro de forma correcta con aseo y arreglo. El nuevo coliseo se inauguró el 22 de junio de 1845 con la compañía dramática que dirigía José García Luna y la actriz Sra. Valero. En las tres noches de inauguración se pusieron en escena las obras El abogado, El agente de policía y El Castillo de San Alberto.

Reglamentos del Teatro

Existían dos normativas municipales, una del año 1858 y otra de 1863. En estas normativas se prohibía gritar, silbar o golpear durante las representaciones, así como dirigirse a los actores o fumar salvo en los espacios designados para tal fin. Los hombres no podían subir a la cazuela de las mujeres, y como cosa lógica, también estaba prohibido hablar durante las representaciones y asistir a las mismas con sombrero puesto o entrar en el vestuario de las actrices. Pero la prohibición más llamativa y anacrónica era la de orinar en los pasillos y puertas con el fin de evitar los malos olores.

Otros teatros

El Teatro Principal no fue el único teatro estable de la ciudad. El Teatro del Colegio de San Luís, el Teatro del Centro Católico Obrero, el Salón de Variedades y el “salón-cantante” situado en el número 44 de la Calle Palacios, fueron los cuatro teatros que a finales del siglo XIX funcionaban en El Puerto de Santa María.
Junto a estos existían también numerosos espectáculos al aire libre, de manera especial en verano. El circo ecuestre de Reynaud en la Plaza del Castillo, el espectáculo circense de la Gran Compañía Árabe Sansebar Yallech Ben Sala en la Plaza de Toros, y el teatro desmontable de verano en el parque, propiedad de Don Antonio Gutiérrez y Ruiz, teatro éste muy concurrido en las noches de verano que entraba en clara competencia con el Principal y el Salón de Variedades.

Nota al margen: Mi agradecimiento a José Ignacio Buhígas, y al trabajo “Aproximación a los Teatros de El Pto. de Sta. María en la segunda mitad del siglo XIX” del historiador José Mª Fernández Vázquez, publicado en el núm. 27 de la Revista de Historia de El Puerto que edita el Aula Menesteo.

Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
El orden de los tiempos
Diario de Cádiz

domingo, octubre 07, 2007

EL MONUMENTO A MUÑOZ SECA

Apenas terminada la guerra civil española, el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María acordó erigir un monumento que perpetuase la memoria del ilustre comediógrafo portuense.

Al hacerse cargo de la alcaldía en abril de 1948 Eduardo Ciria Pérez, desde el primer momento, hizo conocer como uno de los puntos de su programa, realizar el homenaje prometido por anteriores corporaciones al autor de la célebre y reconocida obra teatral La venganza de don Mendo.
Se nombró una Comisión de fuerzas de vivas de la población, con representación de todos los sectores sociales y de cuantos con él tuvieron relación en vida. Al mismo tiempo se constituyó una Sub-Comisión en Madrid que sirviera de enlace con la de El Puerto y en la que tuvieron entrada representaciones de los portuenses residentes en Madrid, Sociedad General de Autores de España, Dirección de Archivos y Bibliotecas, de Seguros, de Cinematografía y Teatro, Sindicato del Espectáculo, Autores, Empresas Teatrales y Actores.
Lo primero que la Comisión llevó a cabo fue lo relacionado con el busto de Muñoz Seca, del que se realizó encargo al reconocido escultor valenciano Ignacio Pinazo –medalla de oro del certamen nacional de Bellas Artes en el año 1948-, y amigo personal del comediógrafo.
Varios fueron los programas y el esplendor que en un principio se pensó dar a los mismos y muchas las aportaciones desinteresadas recibidas, llegándose a la concreción definitiva de un programa cuya fecha de celebración se fijó para los días 21 y 22 de mayo de 1950, catorce años después de su muerte. Pero el día 19 de ese mismo mes tuvo que reunirse la Comisión para plantear la situación creada por la gravísima enfermedad que aquejaba a Francisco Muñoz Seca. Después de un amplio cambio de impresiones se decidió la suspensión del homenaje, celebrándose tan sólo el reparto de 1.300 bolsas de comida a los pobres de la localidad. La misma tarde del 21 de mayo falleció el Dr. Muñoz Seca, que desde sus primeros pasos fue compañero inseparable de su hermano hasta la terminación de sus respectivas carreras en Sevilla, instalándose Don Pedro con posterioridad en la capital de España y Don Francisco en El Puerto, donde ejerció la profesión de doctor en medicina hasta el fin de sus días. Tras el luctuoso suceso, se decidió como nuevas fechas los días 11 y 12 de junio de ese mismo año.
Minutos después de las seis de la tarde del día 11 de junio, llegó a las puertas del Palacio Municipal el Ministro de Justicia Raimundo Fernández Cuesta, acompañado del Gobernador Civil de la Provincia Carlos María Rodríguez de Valcárcel, quienes fueron recibidos por el Alcalde y Jefe Local del Movimiento Eduardo Ciria Pérez, presidiendo la Corporación Municipal bajo mazas, entre otras Comisiones y representaciones de las autoridades eclesiásticas, civiles y militares. También estuvieron presentes el Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Madrid Luís Calvo Sotelo, y el Presidente de la Sociedad General de Autores de España compositor Jacinto Guerrero.
Acompañados de los hijos e hijas del autor homenajeado, Joaquín, Pedro, María de los Milagros y Rocío Muñoz Seca y Ariza, se dirigieron las autoridades al lugar de la Plaza Isaac Peral donde se había instalado el Monumento-Biblioteca, engalanada toda la Plaza con banderas y guirnaldas, apareciendo así mismo con colgaduras todos los balcones de las casas circundantes y el propio Palacio Municipal.
A través de una instalación de altavoces pudo seguir el público congregado en los alrededores los discursos pronunciados por las distintas autoridades, siendo especialmente emotivo el de Don Jacinto Guerrero, que agradecía públicamente a su amigo, colaborador y maestro Pedro Muñoz Seca, que un día lo sacara del violín del Teatro Apolo, para estrenar en ese mismo teatro castizo y madrileño “La hora del reparto”, así como testimoniar su compromiso formal de hacer un homenaje a nivel nacional auspiciado por la propia Sociedad de Autores que él presidía. El Ministro de Justicia cerró el turno de palabra expresando el agradecimiento de la familia de Muñoz Seca a los organizadores del acto, y procediendo a descubrir el busto, que según los asistentes reflejaba fielmente la personalidad y el carisma del autor portuense.
Años más tarde el profesor Martínez Alfonso dejaba constancia de la idoneidad del sitio escogido para su ubicación, al que calificaba de… “rincón íntimo, lugar propicio para el reposo, la meditación y el coloquio a media voz, en una mezcla de pérgolas y bancos que, entre mosaicos, macetas y flores envuelven amorosamente el pedestal sobre el que descansa, íntimo también, humano casi, el busto del escritor envuelto en la típica capa española, de la que era tan partidario, con un libro en la mano, presencia ineludible de su quehacer literario; al aire las guías airosas de su bigote, tan afiladas como su ingenio; y una esbozada sonrisa debajo del mismo, más expresiva aún en el bailoteo zumbón de su mirada”.
El lunes día 12 de junio, a las once de la mañana, tuvo lugar en la Iglesia Mayor Prioral, el solemne funeral aplicado por el alma de Don Pedro Muñoz Seca, asistiendo numerosos fieles y ocupando lugar preferente en la nave central del templo todas las autoridades locales presididas por el Sr. Alcalde y los familiares del llorado escritor. Enfrente del altar mayor se había instalado un severo catafalco, cubierto con la bandera nacional, sobre el que descansaba una corona de laurel y ante el cual se entonó solemne responso bajo el oficio del Arcipreste del Partido, el Capellán y el coadjutor Don Luís Bellido Salguero. La Capilla Musical de la Acción Católica portuense, con la dirección del maestro Sr. Dueñas Piñero, interpretó magistralmente la Misa de Réquiem, a tres voces, de Perossi, expresamente preparada para este acto, así como el “Libérame” del mismo autor.
Con motivo de este homenaje la Comisión organizadora editó once meses después un folleto a modo de recuerdo, con una tirada de 1.000 ejemplares, en el que se recogía la trayectoria vital y literaria del autor portuense, así como el recuerdo de algunos de sus colaboradores y amigos más cercanos.

Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
El orden de los tiempos
Diario de Cádiz