Desde la Playa de la Puntilla

Manolo Morillo (El Puerto, 1957), actor portuense que mamó las tablas desde la infancia a través de su padre, el locutor Pepe Morillo. Ha pertenecido a los grupos Teja, Bellas Artes, Balbo, T.I.B. y Tirititrán Teatro. Actualmente colabora con Diario de Cádiz. El próximo proyecto en el que se encuentra inmerso es la preparación de una obra de Muñoz Seca dentro de los actos conmemorativos previstos para la inauguración del Teatro Principal, bajo la dirección de José L. Alonso de Santos.

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Lugar: El Puerto de Santa María, Cádiz, Spain

«Que Dios nos guarde de generales y funcionarios que son los principales enemigos del arte» decía Stanislavski en 1900.

viernes, junio 23, 2006

CARTAS DE AMOR...


Ahora que está tan en boga el uso y disfrute del correo electrónico, resulta que una militante de primera división y un militante de segunda del partido político independientes portuenses, han decidido cartear su desamor cual jóvenes enamorados a través de las páginas de Diario de Cádiz. La prensa rosa nacional –esa que vive de airear las miserias de los demás- se debe andar frotando las manos ante el filón pseudopolíticosentimental que les ha estallado delante de sus propias narices. Lo paradójico de todo esto es que, cuando dos enamorados con “carrera superior” se tiran los trastos a la cabeza, utilizan todo su intelecto para ver quien hace más daño a quien, sin pararse a pensar por un instante el flaco favor que se hacen a sí mismos, y lo que es peor, que le hacen a El Puerto. Si nos paramos a pensar un poco, la verdad es que los portuenses no nos queremos privar de casi nada. Tenemos espectáculo asegurado allá por donde vayamos, incluso creo que ya hemos pasado a ser clásicos en los estudios que realizan las grandes empresas sociológicas para explicar como se degradan las ciudades con señorío como lo fue la nuestra. Quiero pensar que tan sólo les mueve su afán por mantener el aseo democrático dentro del partido al que pertenecen, porque como decía Pío Baroja en su libro Los amores tardíos, el dinero es el gran disolvente de todas las virtudes. Se empieza vendiendo chocolate o zapatillas, se sigue vendiendo acciones de sociedades y se acaba vendiéndolo todo, aunque sea a la mujer y los hijos. Cierta clase de dignidad necesita un clima espiritual especial, una temperatura fija; pasada ésta, o no llegando a ella, esa dignidad se pierde. El dinero es el gran putrefactor social, el gran disolvente. De todas formas mal ejemplo el de estos dos ex-concejales. En fin, allá ellos, que con su pan se lo coman. Probablemente tenga algo que ver con todo esto la entrada de las calores, ya que como es sabido, cuando se acerca la noche de San Juan, todo es posible, al menos todo lo sobrenatural, por algo es la noche más corta del año. En esta ocasión imagino que los vecinos de Crevillet harán uso de esas horas nocturnas mágicas, en las que "los espíritus salen de paseo" y se producen fenómenos extraños, para además de realizar su tradicional “quema de juanillos”, encomendarse y rendir tributo al astro que da luz y calor en su día de mayor intensidad, pidiéndole que no pierda su fuerza ni su vigor para que nos libre de una vez por todas de las garras del maligno. Es el sueño de una noche de verano. Amanece sobre El Puerto y que salga el Sol por donde quiera.

Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
Calle Luna
Diario de Cádiz

sábado, junio 10, 2006

DE LA SALLE


Cornelius, en su "didáctica Magna," pide al maestro que instruya a sus pupilos semel et omnes simul, "todos juntos al mismo tiempo". Año 1679: a las puertas de la residencia de las Hermanas fundadas por Nicolás Roland, se produce un encuentro fortuito entre Adrián Nyel y Juan Bautista de La Salle. Se está gestando el embrión de la primera escuela popular de niños en la ciudad de Reims. En una reunión semisecreta se discuten las condiciones para la fundación de las escuelas de caridad que las parroquias remenses van a propiciar con el apoyo económico de algunos nobles de la ciudad. Sin pretenderlo, de la Salle se vio inmerso en la organización interna de estas escuelas. Aquí se gestó el embrión de su posterior obra. Las dificultades por las que tuvo que atravesar, le condujeron a pensar en métodos y programas que mejoraran la calidad de la enseñanza. En este sentido bien puede decirse que fue un genio de la educación popular, abrazó a todas las clases y condiciones de la sociedad. Haciendo las escuelas populares gratuitas, abarcó las necesidades crecientes de la época en que vivió, y fue eslabón cierto para las generaciones venideras. De la Salle está considerado el mayor de los educadores avanzados del siglo dieciocho y entre los más grandes pensadores y reformadores educativos de todos los tiempos. Al establecer su instituto, tenía en mente, principalmente la escuela primaria y elemental, la cual fue la real razón de ser de la existencia de los hermanos de las Escuelas Cristianas. Remontándonos en el tiempo nos situamos ahora en El Puerto en la segunda mitad del siglo XX. El Colegio de La Salle empieza sus clases en el curso 1960-61 gracias al entusiasmo del Hermano Ignacio –fundador del mismo-, y al apoyo económico de familias pudientes de la ciudad. La historia se repite, los hijos de las familias humildes del ahora llamado Barrio Alto, encontraron en este colegio una salida airosa al futuro escolar incierto al que se veían abocados. Entre amarillentos Cuadernos Rubio de cuentas y problemas, y la caligrafía en tinta china, La Salle fue el primer centro abierto de sol a sol que hubo en El Puerto, siendo pioneros de ludotecas, deporte para todos y de encuentros con la naturaleza en las Canteras de la localidad vecina de Puerto Real. Las calles Cielo, Zarza, Cruces y Rosa eran y siguen siendo las principales arterias de comunicación con su entorno más cercano, ampliadas actualmente hacia la Zona Norte y el Palmar de la Victoria. Los niños de entonces dirigen ahora los destinos de la ciudad que en su momento supo acoger con visión de futuro a los hermanos de La Salle. Ahora que están inmersos en la ampliación de sus instalaciones educativas para adecuarse a los tiempos modernos, necesitan de nosotros. Es nuestra oportunidad, no la desaprovechemos. Amanece sobre El Puerto y que salga el Sol por donde quiera.
Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
Desde la Calle de la Luna
Diario de Cádiz