Desde la Playa de la Puntilla

Manolo Morillo (El Puerto, 1957), actor portuense que mamó las tablas desde la infancia a través de su padre, el locutor Pepe Morillo. Ha pertenecido a los grupos Teja, Bellas Artes, Balbo, T.I.B. y Tirititrán Teatro. Actualmente colabora con Diario de Cádiz. El próximo proyecto en el que se encuentra inmerso es la preparación de una obra de Muñoz Seca dentro de los actos conmemorativos previstos para la inauguración del Teatro Principal, bajo la dirección de José L. Alonso de Santos.

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Lugar: El Puerto de Santa María, Cádiz, Spain

«Que Dios nos guarde de generales y funcionarios que son los principales enemigos del arte» decía Stanislavski en 1900.

domingo, noviembre 18, 2007

LOS VIAJES DE FRANCO A EL PUERTO


Cuando el dictador se acercaba por estos lares, un buen grupo de portuenses entraba directamente en la cárcel, y la angustia y desesperación se adueñaban de sus familias.

Entre los años 1945 y 1950, época denominada del primer franquismo, en donde la presión de las potencias mundiales y las elecciones, fueron ratificando el poder de la izquierda, en Europa occidental fue creciendo la antipatía hacia el Régimen español. Franco mediante una gran campaña de prensa y publicaciones intentaba convencer a la opinión extranjera de su no alineación con el eje, y de que el Gobierno español era esencialmente un sistema de instituciones orgánicas católicas, sin conseguirlo en primera instancia.
Dentro del país se presentó esta campaña contra el Régimen como esencialmente antiespañola, vendiéndola como una conspiración de la izquierda liberal extranjera para marcarlo con una nueva Leyenda Negra. El propio Franco hablaba de un Superestado masónico, que era según su interesado criterio, el responsable de todos los males de España.
Para obtener más apoyo, reanudó sus visitas por todo el territorio español. A menudo eran viajes agotadores que duraban desde el amanecer hasta la puesta del sol, pero le llevaban personalmente a regiones lejanas donde enormes masas de gente le veían y oían, aunque estas masas fueran creadas por el Movimiento. Las condiciones económicas seguían siendo muy duras, aunque no tanto como a principios de los años 40. El racionamiento seguía siendo parte de la vida diaria, del mismo modo que lo era el estraperlo.
Dicho esto, el primer paso de Franco por El Puerto fue el 14 de octubre de 1948 que, tras haber asistido en Sevilla y Huelva a los actos conmemorativos del VII Centenario de la creación de la Marina de Castilla, y camino de Cádiz, transitó por la Calle Larga hasta el muelle de San Ignacio, donde embarcó.
Conocida era la afición del dictador por la caza, y durante cuatro años seguidos -del 48 al 51- fue huésped de Fernando C. de Terry y del Cuvillo, participando en cacerías organizadas por este último en la finca de El Pedroso. Coincidiendo con estas visitas, desde la corporación municipal se hacían gestiones a través del Subsecretario de Industria de la época, Eduardo Merello Llaseras –hijo de El Puerto-, para que Franco influyera en el relanzamiento de la infraestructura necesaria para la acometida de agua y otras necesidades de la ciudad, o por ejemplo, para el traslado del Penal a la Isla de Formentera. Nuestra ciudad fue una de las localidades que abogó en 1949 a favor de la Ley que facultó a Franco para ostentar el título de “Príncipe del Ebro”.
Fue en 1950, concretamente el martes 31 de octubre cuando el general Franco, a eso de las 18,30 de la tarde apareció por nuestra ciudad “en medio del entusiasmo de la muchedumbre que vitoreaba y aplaudía a tan ilustre huésped”, según recogía a doble página el bisemanario acólito del Régimen “Cruzados”. Recibido por el Alcalde, varios Ministros de su Gabinete, el Gobernador Civil y otras autoridades de la provincia, se trasladó hasta la residencia de los Terry a la que se incorporó más tarde su esposa Carmen Polo y los Marqueses de Villaverde. Seguidamente y en unión de su consorte marcharon por las calles Larga, Luna, San Juan y Plaza de España hasta el primer templo parroquial, repitiéndose las calurosas manifestaciones de entusiasmo popular, con gritos de Franco, Franco, Franco. Con las campanas al vuelo, fueron acogidos por la corporación municipal bajo mazas, el clero de la ciudad, autoridades civiles y militares y la jerarquía en pleno de la Falange Española Tradicionalista y de la Jons. Mientras la Sección Femenina ofrecía un ramo de flores a la esposa del dictador, la banda de música interpretaba el himno nacional y Franco y Carmen Polo entraron en la Prioral bajo palio, cuyos varales portaban los gestores del Ayuntamiento. Una vez terminadas sus oraciones, hicieron el recorrido inverso para alojarse durante su permanencia en la ciudad en el domicilio particular de los señores de Terry del Cuvillo.
Doce años más tarde, siendo Alcalde Presidente Luís Portillo Ruiz, en el punto núm. 4 del Pleno del día 4 de julio de 1962 se acuerda “Ofrecer la primera Medalla de Oro de la Ciudad a S. E. el Jefe del Estado Generalísimo de los Ejércitos Excmo. Sr. Don Francisco Franco Bahamonde, como prueba de admiración y aprecio a sus relevantes méritos que es obvio numerar por estar en la mente de todos…”.
La medalla se encargó al joyero cordobés José Mª González del Campo por un valor de 16.000,00 Ptas., realizada en pedrería y esmalte. Solicitándosele al mismo tiempo una placa conmemorativa del acuerdo de Pleno, cuyo coste fue de 10.000,00 Ptas., siendo ésta realizada en plata de ley. Franco aceptó la medalla el 22 de junio de 1964, y en octubre de ese mismo año le fue entregada por una Comisión presidida por el Alcalde, y por un nutrido grupo de concejales. Tanta debió ser la euforia de tal acontecimiento, que al mes siguiente en otro Pleno y “por aclamación unánime, se acuerda nombrar cual se propone, Alcalde Honorario y Perpetuo de esta ciudad a S. E. el Jefe del Estado Español…”.
El escritor Manuel J. Ramos resume de la siguiente manera las circunstancias de la sociedad española en la posguerra: “Fueron años marcados en la misma proporción, por la desesperanza y la esperanza y, al mismo tiempo, por el miedo, la censura, el autoritarismo, la falta de libertades, el hambre, las cartillas de racionamiento, el frío, la censura de libros y de películas. En definitiva, la época más negra que, desde todos los puntos de vista, se ha vivido en España en este último siglo”.

Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
El orden de los tiempos
Diario de Cádiz

miércoles, noviembre 07, 2007

LOS QUE RÍEN LOS ÚLTIMOS


Ficha artística: La Zaranda - Teatro Inestable de Andalucía La Baja. Obra: Los que ríen los últimos. Textos e iluminación: Eusebio Calonge. Reparto: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez. Voz Jefe de pista: José Pedro Carrión. Espacio escénico y dirección: Paco el de La Zaranda. Lugar: Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María. Aforo: Casi lleno.



UNA TRISTE SONRISA

"Nuestros trabajos surgen de la ansiedad de expresar lo que somos de acuerdo con la confidencia poética de nuestros sentimientos". Esta declaración de intenciones que el grupo La Zaranda mantiene como vademécum vertebrador de toda su obra, se refleja gesto a gesto, palabra tras palabra en la propuesta con la que se ha dado el gustazo de abrir el telón al público porteño del recién inaugurado Teatro Municipal. Aunque en realidad el placer ha sido el nuestro al poder contemplar sin tener que mirar de reojo a nadie esta verdadera obra de arte.
Solos, en el centro de la pista de un circo de tantos, los tres hermanos administradores fiduciarios de una extirpe de más de cinco generaciones de artistas, emprenden un viaje hacia el lugar de “los grandes triunfos”, como homenaje final a su padre y en pos de una encrucijada vital que les lleva inexorablemente al precipicio que siempre acecha detrás de cada esquina.
Eusebio Calonge y Samuel Beckett se funden en el tratamiento estético del tiempo, donde Godot el eternamente esperado, revolotea junto al gran difunto que mueve los hilos del presente, del pasado y de un futuro más que incierto de la saga decrépita de los hermanos zarandini.
El hallazgo de la metáfora escénica para imaginar este paisaje interior, los movimientos, el insólito atrezzo, sus caras de matachines, el lenguaje escénico, la luz y la hermosura general del montaje, logran que el público quede cautivado y emocionado ante la triste sonrisa que provocan estos repetitivos payasos, soñadores fracasados que terminan cansados de los mundos perdidos.
Es toda una revelación de propósitos tanto de la Dirección General de Fomento y Promoción Cultural de la Junta de Andalucía como del Ayuntamiento de El Puerto, que un grupo como el de La Zaranda, asiduo de grandes festivales europeos, con el espíritu de la vanguardia y del teatro independiente por bandera, inicie el periplo teatral de este nuevo espacio escénico que gana la provincia, y que gestionaremos los portuenses desde lo más profundo de las reivindicaciones de tantos y tantos años. Con esta representación se cierra un círculo que nunca debió abrirse.
En esta jornada inaugural, a pesar de ser lunes, estuvo el que quiso, hubo eso sí más políticos que de costumbre, pues no suelen, salvo honrosas excepciones prodigarse por los mentideros del teatro tan ocupadísimos próceres de la cosa. Ya veremos después de la primavera.

Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
Crítica Teatral - I Muestra de Teatro Andaluz en El Puerto -
Páginas de Cultura
Diario de Cádiz

domingo, noviembre 04, 2007

EN TORNO A LA LIBERTAD



En dieciocho años de existencia arengando a los portuenses, la agrupación MEDUSA demostró que la mente humana es capaz de escabullirse en las propias narices de los censores sin menoscabo de la dignidad.

Por eso bajo el nombre de “MEDUSA”, unos hombres y mujeres de El Puerto de Santa María, cualesquiera, se han agrupado en la vocación de la belleza, en el amor de la sabiduría para tratar de reavivar y mantener en todo el ámbito portuense, la luz de la inquietud para las cosas que tocan el espíritu, las letras y las artes, la ciencia y, en resumen, la cultura, serán poderosísimos tentáculos con que nuestra “MEDUSA” nos mantendrá enlazados a todos bajo su traslúcida sombrilla, percibiendo a través del prisma vivo de su cuerpo, la blanca luz del sol latino, desdoblada en abanico de todos los colores.
Con estas palabras entresacadas del manifiesto fundacional de la Agrupación Cultural Portuense “MEDUSA”, se vislumbra toda una declaración de intenciones que supone el punto de no retorno hacia una aventura incierta pero a la vez atractiva y desafiante, que emprende un grupo de portuenses vadeándose entre los vericuetos de la legalidad establecida en la España de mediados del siglo XX.
“MEDUSA” nace desde las entrañas de la propia desidia innata de la que la sociedad portuense hace gala en distintos periodos de su historia reciente. Ya se cuestionaban en sus principios la apatía que existía –y que aún hoy perdura- entre los portuenses de a pie, y que pregonaban a modo de señuelo en sus primeras soflamas para atraer a la concurrencia a los actos que organizaban: “...hartos estamos de decirnos y escucharnos que ‘en El Puerto no podrá nunca hacerse nada’, que ‘la gente de aquí somos así’. Pues bien no seamos más ‘así’, no seamos ‘gente’, sino personas, señores de nosotros mismos, capaces de asociarnos para alzarnos, apoyados los unos en los otros, en defensa de nuestra mejor parte…”
Los primeros artículos de sus Estatutos tenían como objetivo la elevación del hombre por medio de la cultura, utilizando todos los medios y recursos que ésta te permite a través de una organización eficaz, regida por un grupo director explícitamente responsable de la consagración de los intereses de la propia Agrupación. Todo socio tenía el derecho adquirido por el mero hecho de serlo a participar siempre –salvo casos espacialísimos- gratis en los actos y servicios que se organizasen. La zangamanga que validaba todo lo anterior la encontramos en el artículo 23 de sus Estatutos que decía textualmente: “MEDUSA”, Agrupación Cultural Portuense, estará siempre sometida a las direcciones pontificias de la Iglesia Católica, y al margen de toda política. Como no podía ser menos.

Martínez Alfonso, José Luís Tejada,
Rafael Tardío y Domingo Roa, entre otros,
formaron la primera junta directiva

El veintisiete de enero de 1961 se redacta el acta constituyente de esta Agrupación, siendo su primer presidente Manuel Martínez Alfonso que desde que llegó a nuestra ciudad diez años antes, se implicó tenazmente en elevar el nivel cultural de los portuenses, primero en el Instituto Laboral impartiendo su didáctica de la literatura; con la propia Agrupación “MEDUSA” y más tarde con la creación del bisemanario “La voz de la bahía”, publicación de la que nos ocuparemos en otra entrega de esta jerarquía de los tiempos.
Junto al profesor Martínez Alfonso configuraron la primera Junta Directiva, José Luís Tejada, Rafael Tardío, Domingo Roa, Antonio García Amador, Francisco Muñoz, Antonio Pérez y los Rvdos. Padres Jesuitas Pascual y Montero. Ya por aquella época se encargaba de la comisión de prensa el polifacético pintor y poeta Rafael Esteban Poullet. Las iniciales cuotas de socios ascendían a la cantidad de 15 pesetas mensuales, celebrándose las primeras reuniones todos los jueves a las nueve de la noche. Su primera sede oficial estuvo ubicada en la planta alta del edificio del Círculo de Labradores y Profesionales, pasando más tarde y provisionalmente al salón de visitas del Colegio de San Luís, del que se trasladaron en junio del 61 a la Calle Jesús de los Milagros. Su deambular por El Puerto también les llevó al Colegio de la Pescadería, a la calle Larga, 97 y finalmente ya en la época de la incipiente democracia en las instalaciones de la extinta Organización Juvenil Española (OJE).
En dieciocho años de existencia arengando a los portuenses con su ‘apostolado de la cultura’, demostraron con la sutilidad que caracteriza a las personas necesitadas de expresarse en libertad, que la mente humana es capaz de escabullirse delante de las propias narices de sus censores sin menoscabo de la dignidad inherente al ser humano. En su primer año de existencia consiguieron tener más de doscientos socios, lo que ya es un logro para una ciudad como El Puerto, y llegaron a organizar unos cuarenta actos repartidos entre proyecciones de películas a través del primer ‘Cine-Foro’ que hubo en la ciudad, conciertos de música grabada, representaciones teatrales de autores tan dispares como Bernard Shaw, Valle Inclán, Shakespeare, Chejov y el propio Federico García Lorca, así como conferencias, exposiciones de artes plásticas y la creación de una revista literaria y de una línea editorial.
A fecha de hoy, y según palabras de su último y a la vez más joven presidente, el poeta Jesús María Serrano, “MEDUSA” entró en estado de hibernación a instancias suyas cuando tomó carta de naturaleza la Constitución Española de 1978. Curiosamente y ya en periodo democrático pero con las dudas existenciales de los de siempre, en una Semana dedicada al Cine Español en las dependencias donde se ubicó la OJE, y cuando se estaba proyectando la película ‘El Alcázar no se rinde’, irrumpió la policía nacional incautando todo el material cinematográfico relativo al pequeño certamen, con la clara intención de detener a los organizadores. El motivo de la denuncia: presuntas mofas al ejército.
Muchos fueron los portuenses que a través de “MEDUSA” aprendieron a convivir con ideas distintas a las suyas, que pudieron desarrollar sus habilidades artísticas o de cualquier otro tipo, y que en definitiva se fueron preparando para la construcción de la nueva España que llegaba no sin cierto temor a la vuelta de la esquina. Leonardo Romero, Javier Renedo, Eloy Fernández, Pepe Buhígas y tantos otros y otras que hoy recuerdan con cariño y admiración sus tertulias en aquella Agrupación Cultural Portuense.
“MEDUSA” fue ante todo coloquio, diálogo vivo, entendiendo el arte y la cultura misma como algo opinable, y fue la única que se atrevió en el periodo de la Dictadura –según palabras del escritor y poeta portuense Manuel Pérez Casaux- a no doblegarse ante la mediocridad y el oscurantismo de ese Régimen.

Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
El orden de los tiempos
Diario de Cádiz